Durante el mes de abril de 2016 se realizó la Primera Expedición argentina al Polo Norte donde nueve expedicionarios argentinos recorrieron 111 km sobre esquíes durante diez días, se enfrentaron a sensaciones térmicas de hasta -40C°, vientos fuertes y escasa visibilidad con el fin de generar conciencia sobre los efectos del cambio climático. Un año después de dicho acontecimiento, el director de cine Diego Arroyo llevó a cabo el documental, llamado “Los Favores de la Deriva”.
A lo largo del documental de 60 minutos se puede observar la preparatoria que han tenido los expedicionarios, los entrenamientos, las travesías realizadas así como también los obstáculos e inconvenientes que se les presentaron durante el viaje. El material no solo es informativo sino que también muy entretenido y atractivo visualmente gracias al excelente trabajo del fotógrafo Tommy Heinrich.
Tuvimos la oportunidad de conversar con Diego Arroyo y preguntarle algunas curiosidades de su labor respecto a la producción de “Favores de la Deriva”.
¿Cómo te convertiste en director?
D: La herramienta culpable de todo esto fue la cámara fotográfica. Yo empecé cuando era chico sacando fotos, después empecé con cursos y luego esta curiosidad de que todo lo que estaba en la fotografía se pudiera mover…
En realidad estudié Comunicación Social pero después descubrí que mi vocación era la fotografía, entonces continué mis estudios con esta disciplina y terminé estudiando Cine y Audiovisual. Es decir que dedicarme a la dirección cinematográfica fue haber unido la fotografía y la narrativa, mis dos pasiones.
¿Cómo fue que te involucraste con la Expedición al Polo Norte?
D: Primero me propusieron el tema. Un día me puse a escribir con la computadora sobre todo esto y sin darme cuenta había escrito medio documental. Ahí me di cuenta de que coincidía con una de mis grandes pasiones infantiles: la literatura de grandes expediciones. Es más, los nombres de los expedicionarios y los nombres de las rutas ya los conocía.
¿Fue difícil contar la historia de los nueve expedicionarios?
D: Si, pero más allá de lo difícil, que no fue tan complicado, hubo una sensación que me sigue provocando: fascinación.
Cuando me nombraron a Santiago Tito y me contaron todo lo que hacía, me dio mucha curiosidad. Pensar lo normal es que alguien a los 30 años se esté dedicando a esquiar o a cualquier actividad ociosa, en cambio él estaba organizando una Expedición al Polo Norte. Me llamó mucho la atención.
En realidad me fue fácil hacer esto y además, fui parte de esto como instrumento narrativo. Ellos permitieron que la cámara de filmación fuera parte de la expedición. En cuanto a técnica y narrativa, te diría que el documental empieza como uno tradicional, pero a medida que pasan los minutos la cámara empieza a soltarse y empieza a participar de todo lo que hacen, entrena, practica con ellos, sufre con ellos, pasa de ser un documental tradicional a un reality.
Tener a Tomas Heinrich trabajando, ¿hizo que se facilite el trabajo? ¿Lo hace más valioso?
D: Si, pero más allá de su cuestión profesional y esto lo digo por todos, son grandes personas, “son muy buenos tipos”. Me acuerdo que las primeras conversaciones las tuve con Mauricio Fernandez Funes, uno de los expedicionarios… yo podría estar días hablando con él, con Victor Figueroa, Gustavo Curti, entre otros. Tienen grandes anécdotas para contar de sus experiencias en la Armada Argentina y transmitírselas a las nuevas generaciones.
¿Qué crees que la gente debería llevarse del documental?
D: Eso es un poco circunstancial porque la gente hace sus propias evaluaciones respecto a todo. El documental tiene una intención: transmitir un mensaje respecto a cuestiones ecológicas, sociales, sobre el futuro, quiere reflexionar sobre acontecimientos que se producen hoy en día, por ejemplo el cambio climático. El cambio climático no es producto de ninguna especulación sino que es algo que sucede. Que la capa de hielo polar va a desaparecer, es un dato, es algo que ha empezado a suceder, es un hecho y no lo podemos modificar, pero ¿qué hacemos con eso? ¿Qué hacemos con las cosas que están pasando? ¿Nos sentamos a esperar a que las cosas sucedan o nos montamos sobre los esquíes y buscamos la latitud 90?
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